lunes, 31 de marzo de 2014
El orificio de salida
cuando existe, es de ordinario más irregular que el de entrada, pues la piel al perforarse de dentro hacia fuera, da lugar a una especie de estallido, con lo que suelen producirse fisuras y roturas atípicas. Su tamaño suele ser menor que del orificio de entrada, lo que es debido a la forma cilindrocónica del instrumento, con lo que su extremidad libre es de menor diámetro.
El orificio de entrada
Radica ordinariamente en la piel; más raramente en mucosas. Cuando el
instrumento es tan fino que al dislocar los tejidos no sobrepasa su
límite de elasticidad, queda reducido a un punto rojizo o rosáceo, cuya
huella desaparece en dos o tres días. La levedad del orificio de entrada
no prejuzga el pronóstico de la herida, puesto que lesiones de
apariencia insignificante pueden tener consecuencias graves por alcanzar
órganos profundos importantes. Las complicaciones infecciosas son
también susceptibles de agravar el pronóstico. Por último, a veces el
instrumento se rompe y quedan partes del mismo en el fondo de la lesión.
Si el instrumento es más grueso, con lo que su
diámetro sobrepasa el límite de elasticidad de los tejidos, el orificio
adopta la forma de una hendidura de ángulos ligeramente redondeados, o
dicho de modo más gráfico, de ojal. Los ángulos nítidos e
iguales. La dirección del eje mayor de la hendidura está condicionada a
la que tengan las fibras elásticas de la región en que asienta la
herida.
La forma y dirección del orificio de entrada son de
una gran importancia médico legal, ya que en ello reposa en buena parte
el diagnóstico del instrumento responsable. De ahí que motivará
investigaciones experimentales, hoy clásicas, y cuyos resultados se
sintetizan en las llamadas leyes de Filhos y Langer:
Ley de Filhos: La lesión producida por arma
cilindrocónica simula la que produciría un arma aplanada y con dos
filos. En una región determinada, las lesiones producidas por éste tipo
de arma tienen siempre la misma dirección, mientras que las producidas
por armas corto punzantes con dos filos pueden presentar las más
diversas direcciones.
Ley de Langer: Cuando un instrumento punzantes
lesiona un punto en el cual convergen diversos sistemas de fibras de
dirección divergente, la herida toma una forma triangular o en punta de
flecha.
La dirección del orificio está determinada por la
que tengan las fibras elásticas de la dermis cutánea. Si se conoce este
dato puede preverse la dirección del orificio en las distintas regiones
del cuerpo, y si coinciden ambas direcciones sirve como comprobación de
que la herida ha sido producida por un instrumento punzante,
diferenciándola así de las producidas por instrumentos bicortantes. Los
esquemas de Langer, resultantes de los experimentos hechos por este
autor en 1881, señalan la dirección de las fibras elásticas en los
distintos territorios cutáneos.
El trayecto de las heridas debidas a instrumentos
punzantes viene constituido por un canal que atraviesa los distintos
tejidos interesados en la lesión. En el cadáver este trayecto se señala
por una línea rojiza que resulta del derrame de sangre en su interior.
Pero lo característico de esta clase de heridas cuando el trayecto
interesa diversos tejidos superpuestos por planos, es que la dirección
del ojal que se forma en cada uno de ellos es diferente, según sea la
forma de sus respectivos elementos elásticos. Se mantiene aquí la misma
regularidad que para el orificio cutáneo.
lunes, 24 de marzo de 2014
Heridas por Instrumentos Punzantes.
Se llaman así a las producidas por instrumentos de
forma alargada, de un diámetro variable, pero nunca muy considerable, de
sección circular o elíptica, que terminan en una punta más o menos
aguda. En suma, se trata de cuerpos cilindrocónicos alargados en forma
de punta afilada.
Estos instrumentos pueden ser naturales o
artificiales. Entre los primeros figuran las espinas, los aquijones y
otras defensas de animales. Son más frecuentes, sin embargo, los
artificiales, entre los que deben citarse; alfileres, agujas, clavos,
punteros, flechas, flores, lanzas, etc.
Mecanismo de acción.
Los instrumentos punzantes penetran en los tejidos
actuando a modo de cuña, disociando y rechazando lateralmente los
elementos anatómicos del tejido atravesado. Pero cuando el instrumento
tiene cierto grosor hay, además, un verdadero desgarro, al vencer los
límites de su elasticidad. Por tanto, lo fundamental en la acción de
estos instrumentos es la punta, que concentra la fuerza viva en una
superficie muy limitada.
Caracteres de las lesiones.
Las heridas por instrumentos punzantes o
perforantes se definen por la existencia de un orificio de entrada, de
un trayecto más o menos largo y, cuando traspasan completamente una zona
del cuerpo, por un orificio de salida.
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